lunes, 8 de junio de 2009

No hables por mí


Durante el fin de semana debatíamos respecto a la exposición de opiniones. ¿Cuánto somos capaces de abarcar con nuestras ideas? ¿Por cuántas voces, cada vez que emitimos palabra, somos capaces de hablar? ¿Qué tan necesario es aclarar que cuando hablamos lo hacemos desde lo particular, desde lo propio, desde el individuo que somos? O será tal vez que somos tan grandes seguidores, como escribió alguna vez Cortázar, de la "Gran Costumbre", somos "cinco mil años de hombre amontonados en un metro setenta", que seríamos incapaces de negarnos, de contradecirnos, de admitir que estamos lejos de establecer generalidades. ¿Hacer inductivismo? Sumar particularidades para intentar generalidades.

Por supuesto, está de más decir que es mi opinión.

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